Cambiar los pensamientos negativos por pensamientos positivos es una estrategia efectiva para neutralizar su impacto. Practicar la gratitud y el pensamiento positivo puede ayudarte a cambiar tu perspectiva.
El estrés y la ansiedad con que tenemos que afrontar el ritmo frenético del día a día puede hacer que nuestro pensamiento no descanse ni se oxigene lo suficiente. Es casi imposible poder llegar a gestionar nuestros pensamientos negativos cuando no tenemos ni un minuto de relajación.
Practica la reestructuración cognitiva: Sustituye los pensamientos negativos por pensamientos más realistas y equilibrados. Por ejemplo, en lugar de «todo me sale mal», puedes pensar «a veces las cosas no salen como espero, pero puedo aprender de mis errores».
Hay una estrategia muy efectiva que demanda un pequeño ejercicio de visualización. Debemos ver nuestros pensamientos disfuncionales como hormigas, como pequeños insectos que se mueven sin rumbo y que llenan cada recoveco de nuestra mente. El objetivo es eliminarlas de nuestro interior para recuperar la armonía. ¿De qué manera?
La dificultad de promover la autocompasión es que gran parte de la vida moderna está orientada hacia la competencia. Todo esto activa nuestro sistema de amenazas, sacando lo peor de nuestro cerebro primitivo. Un principio de la »
Apartarte temporalmente del ambiente que te crea malestar puede ayudarte mucho. Por ejemplo, dar un paseo activará regiones cerebrales que permanecen casi inactivas cuando estamos sentados.
Silenciar esta voz crítica interna implica aprender a gestionar esos pensamientos negativos y reemplazarlos por afirmaciones más positivas y constructivas.
Se trata de usar el poder de la visualización para evocar eventos positivos del pasado o para proyectar los éxitos del futuro. Intenta imaginar de una forma muy intensa, poniendo mucha atención a los detalles de las sensaciones físicas y las emociones positivas.
Y es que cuando encuentras grandes dificultades para concentrarte en otras actividades o te cuesta alejar los pensamientos negativos de tu cabeza, éstos se convierten en pensamientos obsesivos.
Lo que a su vez puede acrecentar y empeorar el estado de ansiedad. Es decir, se da un círculo vicioso que para algunas personas es difícil de romper.
Muchas veces no somos conscientes de cómo el lenguaje corporal afecta a la manera en la que nos relacionamos con las personas y nuestro entorno. La postura, el gesto y el movimiento de las manos dicen mucho acerca de lo que sentimos y si nos inclinamos a pensar más positiva o negativamente.
Guarda la lista en un lugar donde puedas acceder a ella con facilidad, como en la gaveta de tu mesita de noche, pegada cerca del espejo de tu cuarto o en tu diario. Léela cuando te sientas abrumado por los pensamientos negativos.
Buscar el apoyo de amigos, familiares o un profesional de la salud psychological puede proporcionar una perspectiva externa valiosa sobre nuestras luchas internas. La terapia puede ofrecer estrategias personalizadas para lidiar con pensamientos negativos y construir resiliencia emocional (Yalom, 1980).
2º El debilitador: merma la confianza en tí mism@ y tus habilidades para que permanezcas pequeñ@ y no corra riesgos. Disminuye la confianza en ti mism@ y la autoestima, lo que te paraliza silenciar voz critica y te impide realizar cualquier acción. Te dice que no vales nada y que no tendrás éxito.